Un alto ejecutivo de cualquier empresa del mundo por muy válido que sea tiene que confiar en su equipo. En realidad no puede hacerlo todo, dependel del equipo. De ahí la importancia de rodearse de los mejores a su alcance.
Pero ¿qué sucede cuando en realidad un alto ejecutivo no tiene un gran equipo? ¿Cómo puede hacerlo todo y controlarlo? Indudablemente es imposible y por tanto la estructura se resquebraja por todas partes:
- El ejecutivo pretende controlar todo, todo,
- No confia en nadie o lo que es peor, deposita su confianza en personas ajenas al equipo en incluso a la organización. Es el caso típico de la contratación del asesor externo.
- Los miembros del equipo se sienten menoscabados, les falta motivación y por tanto, son propensos a cometer errores.
- Surgen, como no podía ser menos, problemas de comunicación y coordinación.
Todo lo anterior nos lleva a preguntarnos por qué el directivo que procede así y en este caso, el Presidente de Gobierno, no valora y respeta a su equipo.
En el caso del directivo es meridianamente claro, tiene un equipo al que no valora y en el que no acaba de confiar por circunstancias ajenas a su voluntad y tiene planes de cambiarlo o reforzarlo.
Otra posibilidad es que por egolatría o por falta de autoestima prefiera rodearse de personas con poca altura intelectual, simplemente para que no le hagan sombra.
Pero ¿Qué sucede con el Presidente? ¿Por qué no confía en su equipo al extremo de anunciar el adelanto electoral sin haberlo discutido con los miembros de su gabinete?
